Si por
algún motivo, la humanidad despareciese de la faz de la Tierra, quedarían sus
vestigios. Así, los extraterrestres que visitasen el planeta, se encontrarían
con Itaipu y otras imponentes
creaciones de la ingeniería, la ciencia y la tecnología.
Agradezco
al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología la distinción con que me honró el
pasado 22 de noviembre de 2017, el Premio “Periodista
de Ciencia del Año”, instituido con motivo de los primeros 20 años de vida de Conacyt.
Pero
más le agradezco la producción de conocimiento para el progreso, y sobre todo
la democratización del conocimiento, durante los 20 años
pasados y los que vendrán.
Un
sistema de vasos comunicantes, es
un conjunto de recipientes comunicados entre sí, por tuberías. Este sistema
contiene un líquido homogéneo. Cuando el líquido está en reposo, alcanza el mismo
nivel en todos los recipientes, sin importar la forma ni el volumen de los
recipientes.
Del mismo modo, Conacyt permite que todos los talentos alcancen el mismo nivel de
oportunidad para desarrollarse, y así servir del mejor modo al sistema social
del que forman parte esos talentos.
La solidaridad es
un valor imprescindible para que una sociedad se eleve. Y Conacyt es solidario
con el saber, el bien más preciado en la sociedad de hoy, signada por el
concepto de sociedad del
conocimiento.
Conacyt promueve los méritos genuinos, la capacidad intelectual del ser
humano. La cultura científica es
el mejor antídoto contra la ambición
desmedida y la corrupción. La corrupción es el mayor flagelo de la
humanidad. La corrupción tiene una historia de ensañamiento contra nuestro
bello y rico país, privilegiado por los recursos naturales.
Yo confío en que más temprano que tarde, la tecnología optimizará los sistemas de control para
clausurarle el paso a la corrupción. Y entonces, tal vez sea innecesario que la
ciencia jurídica instituya la pena capital, como en los países del Asia, donde
las instruidas sociedades, liberadas del descomunal
costo de la corrupción, generan potencias mundiales.
Finalmente, dedico este Premio a sus verdaderos artífices, lxs que abrazaron el enfoque CTS,
varios de ellxs entrevistados, que
embellecieron mi Programa “Educación, ciencia y cultura” con sus genialidades,
Eduardo, Carolina…y lxs que entrevistaré. Tenemos toda la vida para ello
Gracias a las autoridades que confiaron en mi aventura, mi intento
de hacer fácil lo difícil, y
el valor de la crítica que promueve el Programa. Sin
crítica, no hay evolución. ¡Mil gracias a todas y todos!
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